Anticolonialismo: un estudio sobre las ideas de pensadores autodenominados negros e indios.

05-Anticolonialismo: un estudio sobre las ideas de pensadores autodenominados negros e indios. 

Odín Ávila Rojas (2021)

Anticolonialismo: un estudio sobre las ideas de pensadores autodenominados negros e indios. Popayán.
Editorial Universidad del Cauca. 160 pp.

 

Kelly Fernanda Portocarrero García1

 

 

 

El libro de Odín Ávila interpreta el anticolonialismo como posición política, proyecto ideológico de intelectuales y activistas afro e indígenas, recogiendo experiencias como la de Franz Fanón y Fausto Reinaga para posteriormente ser una propuesta teórica que explica la historia política de los colonizados a partir de los diferentes procesos de resistencia frente a un poder obligado por los colonizadores europeos, a través de su proyecto civilizatorio de modernidad occidental. El libro se compone de tres secciones, la primera sobre “¿Qué significa la idea de centralidad política del colonizado en América Latina?, la segunda acerca del “Pensamiento negro e indianismo” y la última sobre “El anticolonialismo: del debate ideológico a una propuesta para la academia latinoamericana actual”. Este libro es el resultado de una investigación documental que explora el anticolonialismo acorde al problema del poder y la posible transición de la resistencia de sus actores a la inclusión como una corriente académica en América Latina. Explicando desde la diferencia con el pensamiento decolonial y cómo se articula la perspectiva política del anticolonialismo como movilizador de procesos de resistencia.

El recorrido se hace a partir del concepto de anticolonialismo, desde la mirada de las Ciencias Sociales y Humanidades, denotando que el anticolonialismo, más en una dimensión conceptual, que tan solo una palabra con un significado concreto, pasando por la Historia y su referencia al anticolonialismo como un periodo de movimientos indígenas y resistencias de la población afro, como también la Antropología y la Filosofía que lo definen como un tipo de pensamiento y práctica cultural, producto de los pueblos colonizados y que debe ser por excelencia anticolonial. Antes de continuar, es importante mencionar la diferencia entre lo decolonial y anticolonial para no confundirlos en adelante, la mayoría de las veces se tratan ambos términos como si hicieran referencia a una misma postura teórica, sin embargo, el anticolonialismo se refiere a un sujeto político determinado por su lucha y resistencia contra la colonización y lo decolonial alude en recuperar la cultura y pensamiento de los pueblos indígenas y afro a través de la correspondencia entre estos actores.

Es por ello que la propuesta de Odín Ávila es definir al anticolonialismo en dos sentidos, el primero como corriente político-ideológica que surgió con intelectuales indígenas y afrodescendientes en el siglo XX, vinculados principalmente a prácticas de resistencia comunitaria, buscando la influencia en la organización de un proyecto político que libere a los pueblos históricamente oprimidos por la colonización, el segundo relacionado a una corriente teórica académica emergente; desde el abordaje de procesos ideológicos de constitución de los pueblos colonizados como sujetos políticos autónomos, que deciden sobre su proyecto político buscando evidenciar la centralidad política del colonizado como una corriente política.

Se explica cómo la idea de centralidad política surgió con algunos pensadores europeos como Karl Marx y Friedrich Engels, y luego esa idea intervino en los debates marxistas e indigenistas en América Latina como en el anticolonialismo. La discusión surge de la centralidad política del colonizado, profundizando en la idea de que el colonizado lucha por su constitución política, desde la liberación de su consciencia y algunos elementos vinculados a lo que pueden o no su propia autonomía para definir su propio proyecto político luchando por liberar esas imposiciones consecuencia de la expansión del capitalismo y la colonización de potencias europeas sobre los pueblos indígenas y afro, entendiendo que la categoría central es la de sujeto político y no de identidad.

De manera que es importante entender los dos elementos, la idea de sujeto y la noción de autonomía, entendiendo el primero como un individuo que hace un esfuerzo por recuperar elementos históricos, sociales, culturales y políticos que permitan construir una consciencia propia en un nivel colectivo que lucha por la construcción del Estado y la nación, así como ser responsable del lugar que ocupa en su pueblo y el segundo como un problema que enfrentan las comunidades indígenas para constituirse políticamente como autogobiernos y proyectos políticos, es decir, ligada a controlar y administrar su base material y sus acciones colectivas, para la construcción de la organización que permita desarrollar su propio proyecto político.

En este apartado se aborda cómo el anticolonialismo surge como respuesta de la crítica que hicieron pensadores como Franz Fanon y Fausto Reinaga, quienes definen mediante el uso de herramientas marxistas y una crítica que nace de una discusión ideológica con las estrategias y corrientes que rescatan al afrodescendiente y al indígena en América Latina y África. Asimismo, la identificación a las diferentes resistencias y experiencias de luchas indígenas y afro contra la imposición colonial, explicando la centralidad política de los colonizados desde un proceso propio autónomo de constitución como sujetos políticos, resaltando las resistencias ideológicas y políticas que se producen y organizan desde la lógica y la construcción de proyecto propio colonizado.

La conquista europea y la expansión de las potencias capitalistas sobre los pueblos conquistados arrebataron a estos pueblos su posibilidad de constituirse políticamente por ellos mismo, parte del hecho que las poblaciones colonizadas no son prefiguradas como sujetos políticos, sino que fue a través de sus luchas y resistencias contra la imposición colonizadora que han adquirido consciencia de la posibilidad de su centralidad política. Por lo cual los pueblos colonizados fueron forzados a no seguir una trayectoria propia, por culpa de la civilización occidental y moderna, lo que obstaculiza su constitución política autónoma e impuesta a los pueblos indígenas y afro un lugar marginal en el expansionismo capitalista y desarrollo de la modernidad. Es por la persistencia colonial por la que surge el anticolonialismo como respuesta crítica ideológica y políticamente, porque estudia aquellas experiencias y corrientes ideológicas que enuncian que los únicos que pueden definir su centralidad política son los pueblos colonizados y sus luchas por la liberación ideológica frente a una persistencia colonial.

La postura anticolonial propone analizar la centralidad política para cuestionar la raíz estructural que impide dicha centralidad, como los establecen Franz Fanon y Fausto Reinaga, buscando investigar la relación entre la liberación de consciencia y las prácticas de resistencia del propio colonizado, enfrentándose a la imposición de la ideología y proyecto civilizatorio del conquistador europeo. estas claves metodológicas que buscan formular una unidad de análisis desde la historia y la política ha llevado a que los intelectuales del anticolonialismo asuman una posición de cuestionamiento radical sobre cualquier capital intelectual proveniente del pensamiento occidental para explicar la política, la historia y la construcción social de los pueblos indígenas y afro. Incluso estas posiciones que reivindican el estudio de la otredad y el reconocimiento étnico reproducen patrones coloniales occidentales modernos y eurocéntricos.

De forma que el anticolonialismo ha causado controversia en el ámbito académico latinoamericano, principalmente porque sus ideas han sido interpretadas de distintas formas, caracterizándose a veces como una corriente etnocentrista que reproduce el racismo a partir de la condición étnica y victimización de la diferencia racial, como también un relativismo cultural que se limita a la discusión antropológica. Por ello es necesario estudiar la manera en que la academia ha expuesto la propuesta anticolonialista, debido a que existe una tendencia académica en querer clasificar a cualquier corriente o teoría que trate sobre los pueblos colonizados, la diferencia o la otredad, de manera homogeneizadora, como si fueses una sola.

De acuerdo a lo que menciona Odín Ávila referente a la crítica hacia el pensamiento decolonial como homogeneizadora del discurso y pensada desde categorías eurocéntricas, retomando los planteamientos en “Un mundo ch’ixi es posible Ensayos desde un presente en crisis” de Silvia Rivera Cusicanqui hacía en el pensamiento decolonial como déspotas académicos en las universidades élite del norte ofreciendo la idea de la descolonización a sus públicos, como un pensamiento de(s)colonial o post-colonial. Lo anterior refiriéndose al reconocimiento de una condición que ha sido colonizada por las élites políticas e intelectuales, porque es irónico que se tenga que recurrir a autores que han puesto de “moda” los temas sobre el colonialismo, como una búsqueda de legitimidad discursiva. desconociendo los trabajos teóricos anteriores y puedan ser una referencia de la experiencia colonial. De modo que el pensamiento decolonial ha sido visible por intelectuales de escritorio, que desde su lugar, logran suscitar diferentes interpelaciones, exponiendo sus conocimientos con ideas que son adoptadas de boca para afuera.

De forma que se refuerza la idea que establece Odín Ávila sobre la diferencia entre decolonial y anticolonial, en “Piel blanca, máscaras negras” Gaya Makaran y Pierre Gaussens mencionan en el prólogo los estudios decoloniales como un colonialismo intelectual, porque es un grupo de académicos que a inicios del año 2000 conforma el Grupo Modernidad-Colonialidad, como una organización de publicaciones sobre todo en universidad de Estados Unidos. Sin embargo, estos estudios comparten una base filosófica, donde se rechaza la idea poscolonial para América Latina, porque los procesos de descolonización quedaron incompletos y se siguen reproduciendo en las sociedades actuales, yendo mucho más allá del final temporal del colonialismo, lo que reitera las relaciones sociales de dominación, que han sido construidas históricamente desde esferas europeas, es indiscutiblemente lo que se ha heredado del dominio colonial. De manera que los estudios decoloniales demandan la reproducción de las estructuras de dominación colonial, formadas como lógica de poder global que nace de las ideas expansionistas capitalidad y se extienden hasta la actualidad para mantener procesos de dominación en las sociedades latinoamericanas.

De forma que los estudios decoloniales buscan la legitimación intelectual, como las tradiciones silenciadas de una resistencia anticolonial con la que se lucran simbólicamente, es decir, el estatus académico que alcanzan. Es así como se enuncian desde la vanguardia intelectual, porque pretenden constituirse como los nuevos emancipadores de América Latina, intentando subvertir el patrón de poder que la ha mantenido históricamente dominada. Adicionalmente como establece Rodrigo Orellana en “El lado oscuro de la decolonialidad: anatomía de una inflación teórica” estableciendo que como han asumido los principales autores decoloniales, las críticas que se le realicen al pensamiento decolonial sean consideradas como reproducción de la racionalidad hegemónica occidental, presentándose como pensadores periféricos que postulan proyectos liberadores para los colonizados.

Como por ejemplo, el argumento decolonial de que la modernidad es sinónimo de colonialismo oculta un aspecto histórico que contradice algunas de las tesis de la transmodernidad decolonial, buscando reconocer la existencia de una lógica imperial en América antes de la llegada de Colón, evidentemente se encuentran estructuras imperiales como la azteca o inca, que sometieron a otros pueblos y que construyeron un sistema colonial amplio compuesto por mecanismos de explotación. El problema yace en la imagen con la que se presenta al mundo precolombino, como un sujeto apegado a la naturaleza que se corrompe con la sociedad moderna, y es ahí como los estudios decoloniales reducen a las distintas realidades de lo prehispánico a una categoría única y homogénea.

 

Referencias bibliográficas

Castro, R. (2020). El lado oscuro de la decolonialidad: anatomía de una inflación teórica. En G. Makaran y P. Gaussens (Coord), Piel blanca, máscaras negras (pp. 67-103). Ciudad de México, México: Bajo Tierra A.C. y Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe-Universidad Nacional Autónoma de México.

Makaran, G. y Gaussens, P. (2020). Piel blanca, máscaras negras. Ciudad de México, México: Bajo Tierra A.C. y Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe-Universidad Nacional Autónoma de México.

Rivera, S. (2018). Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis. Buenos Aires, Argentina: Tinta Limón.

 

 

 

 

 

 

1 Tejedora. Estudiante de Ciencia Política en la Universidad del Cauca, Popayán, Colombia. Coordinadora del Semillero de Investigación Distopía-Grupo de Investigación de Actores, Procesos e Instituciones Políticas (GIAPRIP). Dinamizadora de la línea de investigación Memorias colectivas y Movimientos Sociales. Correo electrónico: kportocarrero@unicauca.edu.co