REVISTA CENTRAL DE SOCIOLOGÍA, Nº 16, 2023. ISSN 0718-4379 ed. impresa, ISSN 2735-7058 ed. en línea.
The Footballization of the World
Fecha de recepción: 22 de abril de 2023 / Fecha de aprobación: 28 mayo de 2023
Fabien Ollier3
Resumen
Con el apoyo de las grandes firmas capitalistas, grupos mediáticos y aparatos de Estado, el fútbol ha colonizado al mundo imponiéndose como el producto estrella de la sociedad del espectáculo. La FIFA, convertida en multinacional empresarial y opaca, comprometida con regímenes autoritarios, difunde constantemente su cínica ideología de guerra con abrazos. En la jungla de la ventana de transferencia permanente, los futbolistas mercenarios se cotizan a precios récord que alimentan el parasitismo económico. Esta evolución del fútbol exacerba los problemas financieros y de identidad, generando violencia múltiple por parte de jugadores, aficionados, entrenadores y directivos. El Mundial de Qatar regido por la sharia, después del organizado en Rusia por el autócrata Putin, ilustra que el fútbol extiende su dominio desafiando los principios democráticos, libertades fundamentales y derechos humanos. El análisis crítico devela su sistema mafioso y funciones políticas de adicción a los partidos, diversión social y aclamación del orden establecido.
Palabras clave: Fútbol, espectáculo, violencia, ideología, política, mafia
Abstract
With the support of the big capitalist firms, media groups and state apparatuses, soccer has colonized the world, establishing itself as the star product of the entertainment society. FIFA, turned into an opaque corporate multinational, compromised with authoritarian regimes, constantly spreads its cynical ideology of war with hugs. In the jungle of the permanent transfer window, mercenary footballers are trading at record prices that feed economic parasitism. This evolution of soccer exacerbates financial and identity problems, generating multiple violence by players, fans, coaches and managers. The sharia-ruled World Cup in Qatar, after the one organized in Russia by the autocrat Putin, illustrates that soccer is extending its dominance by challenging democratic principles, fundamental freedoms and human rights. Critical analysis reveals its mafia system and political functions of addiction to parties, social entertainment and acclaim for the established order.
Keywords: Soccer, spectacle, violence, ideology, politics, mafia
La théorie critique a pour tâche d’exprimer ce qui en général ne l’est pas.
Max Horkheimer (2009: 336).
El deporte globalizado constituye hoy un verdadero imperio planetario que se extiende sobre vastos sectores, visibles o subterráneos, de la economía parasitaria del capitalismo financiero, el poder político y la industria cultural aturdidora. La cínica ideología de la competición de todos contra todos, difundida de manera continua a través de la incansable repetición de rivalidades miméticas entre deportistas o equipos en las redes mediáticas transnacionales, se ha impuesto en casi todas las instituciones de la vida cotidiana. Esto sucedió gracias a los engaños de los carteles de propaganda (COI, FIFA, UEFA, etc.) apoyados por las principales multinacionales capitalistas (Coca-Cola, Mc Donald's, Visa, Toyota, Samsung, Adidas, etc.) y los dispositivos de Estado de todos los países (en particular el aparato represivo militar-policial).
En cuerpos como en mentes, en universos sociales o paisajes naturales, el deporte espectáculo competitivo ha colonizado espacios, engullido temporalidades, canibalizado recursos, estandarizado emociones. Al convertirse en una fuerza esencial para la masificación del imaginario social de los pueblos (la convivencia deportiva), una fuerza estabilizadora para los órdenes políticos establecidos (los éxitos deportivos del gobierno), un factor determinante en la coagulación de los campos sociales y fuente inagotable de mitificación de los destinos nacionales -el buen humor social de los deportistas leyendas, salvadores y héroes deportivos4, funciona como un modo de producción específico, íntimamente ligado a las estructuras del capital y a los conglomerados tecnocientíficos que renueva constantemente (Brohm 2020). De hecho, los productos de la industria del deporte están inundando los mercados de bienes y servicios hasta tal punto que, según el Instituto de Altos Estudios Económicos y Comerciales, "la tasa de crecimiento anual de la economía del deporte es más del doble que la del PIB mundial" con un "mercado global [...] hoy estimado en más de 800 mil millones de euros en el mundo” (INSEEC: 2022). Para apoyar la expansión del mercado de espectáculos y espectáculos deportivos, el dopaje generaría, según estudios de Jean-François Bourg, que comparó
(…) los presupuestos dedicados al dopaje en equipos donde han estallado escándalos, con datos sobre la rotación de las principales sustancias dopantes (esteroides anabólicos, testosterona, EPO...), (…) aproximadamente 30.000 millones de euros al año. El principal país productor es Rusia, donde hay muchos científicos y laboratorios de alta calidad de la antigua industria química de la antigua URSS. Inmediatamente detrás vienen China e India (Bourg 2019). La opacidad legendaria de sus fábricas de campeones sugiere razonablemente sumas mucho más altas.
Estos países densamente poblados con regímenes políticos que violan regularmente los derechos humanos y pisotean las libertades fundamentales de los ciudadanos, se han convertido en cualquier caso en las nuevas fronteras del Comité Olímpico Internacional o COI5 y de la Federación Internacional de Fútbol Asociado o FIFA6 que obviamente no quieren privarse de la bonanza comercial que ofrece la acelerada deportividad de más del 40% de la población mundial.
El capitalismo mafioso del fútbol globalizado
Dentro de esta floreciente economía donde lo que Friedrich Engels llamó "las guerras deshonrosas de la competencia se despliegan (…) para generalizar la hostilidad, para convertir a la humanidad en una horda de bestias feroces" (Engels, 1994: 469-470), el fútbol se lleva la parte del león con "un aumento de la facturación el menos o igual al aumento del PIB mundial, por lo que el mercado del fútbol representaría alrededor de 300.000 millones de euros" (Sporteco,2015: 2). La especulación relacionada con inversiones en clubes, jugadores, espectáculos, infraestructuras, ayudas para el rendimiento o apuestas provoca maravillosas burbujas financieras en las que se despliegan consorcios comerciales tradicionales y grupos sin precedentes de delincuentes de cuello blanco.
En Francia la adicción está organizada por los sitios: Betclic, Unibet, Sportune, Bwin, Netbet, etc., que atraen a millones que apuestan casi 5 mil millones de euros por año (L’Equipe, 2020). Numerosas investigaciones realizadas por Europol y la Agencia Mundial Antidopaje muestran que las redes criminales involucradas en el tráfico de materias primas para productos dopantes también están involucradas en el amaño de partidos, particularmente en el fútbol (Howman 2014; Mehaffey 2013). Cientos de miles de millones de euros, o el 10% de los recibos de dinero sucio de las mafias se lavan cada año en apuestas. Esto da lugar, aguas arriba, a todas las formas de manipulación, efectos especiales, corrupción de jugadores, árbitros, entrenadores y directivos en el fútbol mundial (Vidal, 2014). El dinero traspasa-paredes circulando en las entrañas del cash-machine del fútbol, abre el apetito de todo tipo de depredadores de retro-comisiones y sobornos que luego idean esquemas para colocar sus bonanzas en cajas fuertes opacas, fuera de controles. Como ilustró magistralmente el escándalo planetario de los Panamá Papers y las sociedades offshore que permitieron ocultar los bienes de varios jefes de Estado o de Gobierno, altos funcionarios, multimillonarios, bancos, redes empresariales y personalidades influyentes en el mundo del deporte, especialmente del fútbol, hay muchas colusiones entre las organizaciones internacionales del crimen organizado y las instituciones comerciales del fútbol. La encuesta realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) revela entre los clientes de la firma panameña Mossack Fonseca -especializada en arreglos financieros opacos- la evasión de activos a paraísos fiscales, lavado de dinero y circulación de negocios relacionados con la corrupción a través de empresas fachada; representando todo un ecosistema clandestino del fútbol compuesto por varios líderes, ejecutivos, administradores y jugadores importantes.
Gianni Infantino, ex-Secretario General de la UEFA se ha convertido en el presunto jefe limpio de la FIFA, desde 2016, cuando ocupa la presidencia (Dupre y Pecout: 2016). Pero su firma se encuentra en los contratos comerciales realizados, a nombre de la UEFA, con una sociedad offshore, la Cross Trading Company, creada por el despacho de abogados de Juan Pedro Damiani, miembro fundador del Comité de Ética de la FIFA de 2006 a 2016 y en el que se encuentran Hugo y Mariano Jinkis, dos empresarios imputados en mayo de 2015, en el FIFA GATE, por el pago de millonarios sobornos a cambio de derechos televisivos a precios reducidos. Otro jerarca implicado es Michel Platini, el expresidente de la UEFA ya suspendido durante seis años por ser acusado de conflicto de intereses y abuso de autoridad en el marco de una investigación sobre el pago sospechoso de 1,8 millones de euros recibido en 2011 de Sepp. Blatter, el exjefe del fútbol mundial. Platini
(…) llamó a Mossack Fonseca para administrar Balney Enterprises Corp., una empresa offshore creada en Panamá el 6 de diciembre de 2007. Así se le otorgó un poder general y permanente, el 27 de diciembre de 2007, once meses después de su elección como presidente de la UEFA. Balney Enterprises Corp. sigue activa e inscrita en el registro mercantil panameño. Tiene una cuenta en el banco suizo Baring Brothers SA, rebautizado como Eric Sturdza en enero y con sede en Ginebra (…) (Dupre y Bouchez 2016).
En cuanto a Jérome Valcke, el exsecretario general de la FIFA ya suspendido por doce años por abuso de gastos y malversación de fondos, aparece "en documentos secretos como propietario de una empresa establecida en las Islas Vírgenes británica llamada Umbelina SA, creado en julio de 2013, [que] se habría utilizado en particular para comprar un yate registrado en las Islas Caimán" (Bonte, 2016). En esta banda de contrabandistas de dinero también estaba Eugenio Figueredo, exvicepresidente de la FIFA y expresidente de la CONMEBOL7.
Pero también estaba el golden boy del "planeta del fútbol" Lionel Messi, ya imputado junto a su padre por los tribunales españoles en un caso de evasión fiscal y finalmente condenado a veintiún meses de prisión y 2,1 millones de euros de multa en mayo de 20178.
Los Panamá Papers revelan que
(…) la star argentina y su padre se convirtieron, el 23 de junio de 2013, en beneficiarios económicos de Mega Star Enterprises, empresa domiciliada en Panamá y creada por Mossack Fonseca, poco más de diez días después de la denuncia ante la justicia española por evasión fiscal (Bouchez y Dupre: 2016).
Junto al seis veces Balón de Oro tuvo lugar un gran número de jugadores activos o retirados de talla internacional y propietarios de equipos franceses como el OM, el AS Monaco, el AJ Auxerre o el FC Nantes. Los nombres de Waldermar Kita-técnico del FC Nantes, Dmitri Rybolovlev-jefe del AS Monaco, Margarita Louys-Dreyfus-accionista mayoritaria del Olympique de Marseille y Corinne Limido-propietaria del AJ Auxerre, también están asociados a nombres de sociedades offshore de Mossack Fonseca (Bouchez, 2016). Sin olvidar a los agentes deportivos, por ejemplo, Jorge Trezeguet, agente y padre del campeón mundial de 1998, David Trezeguet, quien:
(…) aparece al frente de Diamond Vague Limited, una sociedad offshore creada en enero de 2007 y domiciliada en las Seychelles. Desde diciembre de 2014, Jorge Trezeguet, él mismo ex futbolista profesional y ahora radicado en Mónaco, donde pasa parte de su tiempo cuando no está en Argentina, vendió el 50% de las acciones de esta empresa a su esposa, Beatriz (Ídem 2016).
Incluso clubes europeos como el Manchester City, el Real Madrid, el Barça, el Inter de Milán o la Real Sociedad han incursionado en esta vasta red opaca (Bouchez 2016).
Evidentemente, a los nuevos ricos del fútbol:
(…) les gusta refugiarse en gabinetes secretos donde el dinero limpio se codea con el dinero sucio, el dinero gris (el de la evasión fiscal) se codea con el dinero negro (el de la corrupción y el crimen organizado), las grandes fortunas y el fútbol estrellas se codean con redes criminales y jefes de estado corruptos. (Baruch, Michel, Tilouine y Vaudano 2016)
En el agujero negro de las finanzas internacionales, las estrellas, los burócratas y los capitanes de industria de los sementales dorados brillan con sus maquinaciones mafiosas, fintas evasivas y contraataques para proteger su botín de las redes del impuesto. Y, parafraseando a Jean-Claude Michea, el enamorado del "bello fútbol socialista" (Michea, 2014), su mejor gol no es un pase sino un truco de evasión fiscal.
El fútbol de masas, un dispositivo de propaganda
En la maquinaria productivista de crecimiento deportivo impulsada por inyecciones financieras dudosas o incluso puramente mafiosas (Jennings, 2013 y 2015; Brohm, Javeau, Ollier y Taguieff 2015; Gregoire, Kemmet y Sellami, 2018), el fútbol se ha impuesto como el producto estrella, la cabeza de la góndola o parafraseando a Freud, el tótem que subyuga al conjunto de la sociedad del espectáculo deportivo con la necesidad intangible de acumular rendimiento físico para multiplicar las ganancias. Según Freud, "aquellos que tienen el mismo tótem están, por lo tanto, sujetos a la obligación sagrada, cuya violación resulta en un castigo automático. (…) La subordinación al tótem forma la base de todas las obligaciones sociales" (Freud 1997: 13-14).
Las instituciones futbolísticas unidas a grandes empresas mundiales (Adidas, Qatar Airways, Hyunday, Wanda, etc.), a grupos de presión asociados (fondos de pensiones estadounidenses, petrodólares qataríes, oligarquías postsoviéticas, patrocinadores, anunciantes, grupos bancarios transnacionales, magnates digitales, etc.) y al crimen organizado (agentes de jugadores, narcotraficantes o proxenetas, bandas criminales de ultrahinchas, especialistas en corrupción de árbitros y amaños de partidos, etc.), se han organizado de hecho como grandes empresas multinacionales cuyo único objetivo es maximizar beneficios a través de la optimización rigurosa de la productividad de los futbolistas y los bienes derivados de sus valores musculares. Estos operadores legitiman su visión mercantil del mundo publicitando el falso universo unidimensional del espectáculo futbolístico en vivo o televisado, como vemos regularmente durante las Copas del Mundo o los numerosos campeonatos nacionales e internacionales.
En todas partes, la organización del fútbol es inseparable de la consolidación de los trusts estatales y del aparato estatal del capital financiero imperialista (Boukharine). En todas partes el fútbol se está convirtiendo en una estructura no oficial de organismos gubernamentales y una máquina de propaganda. Y ello porque el fútbol se organiza como un entramado institucional entrecruzado de la sociedad civil burguesa, al punto de haberse convertido en un engranaje esencial, sino omnipresente. (Quel Sport 2010: 65-70).
Esta tesis de Teoría Crítica del Fútbol fue emitida por el colectivo Quel Corps?, ya en 1978, en medio de una campaña de boicot al Mundial organizado en Argentina por Jorge Videla. El dictador contó entonces con el apoyo incondicional de la FIFA, incluso cuando la junta militar aplastó a los militantes de organizaciones de izquierda en los pasillos de la Escuela de Mecánica Marina ubicada a tiro de piedra del monumental estadio. El partidario hirviendo ahogó los gritos de los presos torturados y luego arrojados vivos al Río de la Plata. En línea con las tácticas de colaboración deportiva apoyadas por François Mitterrand (PS, Parti Socialiste), Georges Marchais (PCF, Parti Communiste Français) y Valéry Giscard d'Estaing (UDF, Union pour la Démocratie Française), los defensores del puro fútbol, hermoso juego capaz de trascender los peores horrores y destilar su humanismo más allá de la naturaleza dictatorial de un régimen que obviamente lo usó como escaparate propagandístico, vio televisión en lugar de manifestarse con el Comité Pro Boicot a la organización por Argentina de la Copa Mundial de Fútbol (COBA), que organizó varias manifestaciones con la participación decenas de miles de personas en ese momento.
Algunos grandes ingenuos esperaban incluso que los futbolistas denunciaran los abusos del sanguinario general. Pero, por supuesto, no hubo ninguna protesta de ellos. Sólo el balón en la red obsesionaba su conciencia atrofiada por los intensos entrenamientos, la repetición de partidos y los mandatos de silencio político de la FIFA. Fue en este momento cuando los llamados pensadores de la contrasociedad deportiva y su sistema de juegos y prácticas comenzaron a disfrazar la tesis del fútbol como un aparato ideológico de Estado -lo cual se comprobó una vez más con Videla en su forma extrema como en la Italia de Mussolini, la Alemania nazi o el Chile de Pinochet, en una exageración izquierdista, una "provocación de los agitadores marxistas" o la expresión de un insoportable "nihilismo cultural"9. Sus incesantes campañas de denigración de la position critique fueron emuladas en los lugares donde se reproducía el poder deportivo, particularmente en las universidades de ciencias del deporte. Cuarenta años después, la hegemonía de estos ideólogos se refleja en operaciones públicas generales para liquidar pura y simplemente toda forma de negación determinada del fútbol. Así es como el MuCem de Marseille organiza desde hace varios años, gracias al etnólogo Florent Molle y al documentarista Gilles Perez, una gran exposición titulada ¡Somos fútbol! Pretende mostrar que “este deporte universal, aun corrompido por el dinero [sic] vale mucho más que sus exabruptos o sus caricaturas. Catalizador de pasiones populares, escuela de vida, cumple una función de integración, desarrolla un lenguaje común y forja una memoria colectiva". Para lograr tal hazaña de marketing digna de un traficante de comida chatarra, el lavado de cerebro está especialmente planeado desde la entrada:
La exposición comienza con una 'esclusa antifútbol' que concentra todos los juicios negativos sobre este deporte, como para deshacerse de él [sic] antes de llegar al meollo del asunto, una inmersión en el baño sonoro de los grandes estadios, en las pulsaciones de este gran corazón palpitante, clamores de momentos de júbilo y abatimiento". La ablación del sentido crítico es de hecho el sine qua non de la metamorfosis en un adicto a las emociones bipolares del fútbol (…) (Raspiengeas, 2017)
Está claro, sin embargo, que la crítica radical al fútbol permite ahora a muchos analistas desmentir un poco sus nebulosas ideas sobre el fútbol ciudadano, popular, educativo, unificador o pacificador. El economista Pierre Rondeau, nostálgico del fútbol del pasado e incansable investigador de las utopías reformistas, está obligado a reconocerlo con medio siglo de retraso:
El fútbol del siglo XXI [sic] es un universo despiadado, donde los jugadores compiten con cientos de millones de euros, donde el dinero fluye libremente y donde la moral no tiene cabida. El fútbol de hoy es pelear o callar, afirmarse o desaparecer para siempre en el limbo de las divisiones inferiores. (Rondeau 2018).
Esta lucha implacable por la vida, que es de hecho la matriz misma del desarrollo depredador de los órganos del fútbol planetario, testimonia la homología estructural que existe entre el fútbol que realmente existe y la empresa capitalista que debe absolutamente crecer, frustrar, superar, luego tragar, absorber, fusionar a sus competidores a toda costa o perecer. Rondeau no puede dejar de hacer una amarga observación de esto en el lenguaje de un pseudoexperto:
El fútbol se ha convertido en una industria, un mercado como cualquier otro, que necesita mostrar resultados económicos, cuentas excedentes, EBE (excedente bruto de explotación), CA (facturación), excedente (...) términos técnicos y contables antes que el aspecto deportivo. Hay que ser tan bueno en economía, a veces mejor, que en estrategia deportiva. También se queja tímidamente de que "los aficionados al fútbol tienen [sic] un poco la impresión de que es necesario dominar las grandes leyes económicas y contables para poder entender los partidos" (Rondeau 2020). Triste noticia: pronto, contando a tres - y uno, y dos, y tres cero, ya no será suficiente para calentar el cerebro de los simpatizantes.
Por lo tanto, es útil recordar a los aprendices mercantilistas que el fútbol en el siglo XX no tenía en absoluto olor a inocencia, como afirma erróneamente el sociólogo populista Stéphane Beaud sin ninguna consideración por los hechos, en particular con respecto al salario de los jugadores del dream team de 1998. Beaud afirma que:
(…) esta generación [Francia 1998] mostró en su relación con el dinero una cierta 'inocencia' [sic], seguramente ligada al hecho de que el 'foot business' no había tejido del todo su red y cambiado profundamente la vida de los futbolistas. El sentido de la economía y el respeto por el dinero perceptibles en la mayoría de estos jugadores no son ajenos a una educación popular y a la transmisión de los valores familiares. (…) Bastante protegida de los efectos del dinero-rey, [la generación de Francia 98] podía dedicarse más serenamente a su profesión, vivir casi normalmente (Beaud y Guimard, 2014).
¿Vivimos casi con normalidad cuando recibimos un bono de partido de 244.000 euros, como ocurrió con los ganadores del Mundial de 1998, y cuando los sueldos se disparan a más de 5 millones anuales para Zidane, Blanc o Deschamps? Sin ofender a los ilusionistas del fútbol modesto, el fútbol en las décadas de 1960 y 1990 ya no era más que una industria corrupta destinada a enriquecer a los patrocinadores de choque, ya fueran anunciantes, fabricantes de equipos, vendedores de bebidas, fabricantes de automóviles, magnates del turismo o personalidades políticas en busca de un escaparate deportivo. La tesis de un fútbol "enloquecido" desde la sentencia Bosman (1995), es en definitiva una leyenda del minus habens. En Francia, durante los años mágicos de Battiston, Trésor o Platini:
(…) el beneficio medio anual de un club de primera división era, en 1979, de 4 millones de francos. (…) Las entradas de los 4044733 espectadores de la temporada 1979-1980 [en D1] dejaron un recibo de 121292235 francos. (…) Establecido por los jugadores y los dirigentes, el estatuto teóricamente vigente en Francia prevé un salario máximo de 12000 francos. No es necesario buscar durante mucho tiempo para darse cuenta de que el techo se supera regularmente. Hoy [en 1981] el salario medio de un profesional francés está entre 15.000 y 20.000 francos [es decir, 5 veces más que el salario medio]. Pero entre un jugador del equipo de Metz o de Laval, poco o nada conocido, y Platini u otro Tigana, el abanico es muy amplio. “En Nantes, el sueldo máximo el de Henri Michel es de 70.000 francos. En París, es el de Bathenay: 80.000 francos. Ya no firmamos en St-Etienne por menos de 60.000 francos al mes. En el resto de Europa, los salarios son ligeramente más bajos que en Francia. 10 a 12.000 francos en Alemania, 5 a 6.000 francos en Inglaterra. Todavía será necesario saber exactamente el monto de las bonificaciones que se agregan al salario mensual. En Valencia, por ejemplo, el argentino Kempès percibía 1,5 millones de francos al año y 500.000 francos en primas. (…) ¡El récord de bonificación no lo tiene todavía el argentino Maradona sino Pelé que un día recibió 35 millones de francos viejos por 90 minutos! (Beaulieu, Brohm y Caillat, 1982: 40-45).
Este pequeño atisbo de las colosales sumas que circulaban en el fútbol en las décadas de 1970 y 1980 atestigua su estatus inicial como otra empresa capitalista en busca de una expansión permanente. Esto ciertamente no tiene nada que comparar con los balances financieros actuales de un club como el PSG cuyo presupuesto de 637 millones de euros es el equivalente a los presupuestos acumulados de catorce clubes de la Ligue 1 (Lequipe.fr 2019). La diferencia de grados no implica, sin embargo, una diferencia de naturaleza y el mérito de este pequeño paso atrás sigue siendo el de oponer a los fakenewsers profesionales algunas verdades fácticas a partir de las cuales se hace posible la discusión racional. Desde el momento en que es simplemente erróneo decir, como se atreve a afirmar Christian Bromberger, que “este juego [sic] no estuvo siempre en manos de las grandes multinacionales” (Bromberger, 2018), cuando cualquier historiador de la FIFA sabe perfectamente que la edición del Mundial de 1934, la Copa en la Italia fascista, dio la oportunidad de diversificar las fuentes de ingresos económicos gracias a
(…) otros agentes económicos como los medios de comunicación, el turismo, el transporte y todo lo relacionado con la industria turística en general”; FIFA tiene algo que celebrar porque su hijo le proporcionó financiación cuando estábamos solo en la segunda edición de la Copa del Mundo. Recaudó 35.778 francos suizos" (Wahl 2013: 148).
Por lo tanto, el fascismo fue generalmente positivo para los resultados financieros del fútbol en busca de dinero fresco para dirigirse a nuevas fronteras. Podemos considerar que muchos de los denominados análisis de referencia sobre el fútbol son en realidad sólo tristes posverdades (Prétentaine 2020; Revault D’Allones, 2018). Bromberger lo demuestra pintando la imagen idílica del club de antaño, dirigido por honorables "industriales locales que obtuvieron ganancias indirectas [sic] (mejora del espíritu empresarial, alivio de las tensiones sociales) de su generosidad" y cuya gestión "estaba así en sintonía con el imaginario de la ciudad y de una empresa que la dominaba" (Bromberger 2018).
El capitalismo a la papa en definitiva, un simple reflejo de la voluntad de los eternos proletarios... Y no es de extrañar que en la línea de esta falsificación Eric Zemmour, el petainista Le Figaro y CNews, actúe como portavoz para las groupies del fútbol de antes manejado como un buen padre de familia. Una generación que conoció el fútbol de antes, dice el columnista, el fútbol
(…) antes de la sentencia Bosman (…), el fútbol antes del mercato, el fútbol antes de los jugadores transformados en estrellas del espectáculo, jugadores nómadas que van de un club a otro, yendo al mejor postor, como en un mercado de ganado, ganado cubierto de oro, acompañados con modelos y Ferraris, ganado con cuerpos manipulados por la química, cuerpos mutantes, animales adorados que han ocupado el lugar de los verdaderos héroes, de Bayard a Du Guesclin, que la escuela ha dejado de enseñar a nuestros sucesores. (…) Quienes no conocían el fútbol antes de la sentencia Bosman no conocían la dulzura de la vida. La dulzura de jugar. La dulzura de vibrar, de identificarse, de temblar, de llorar por un partido de fútbol. (…) Lo sentimos, pero el fútbol también era mejor antes” (Zemmour 2018).
Mercato permanente y transferencias de mercenarios
Precisamente el mercato, esa antigua institución del fútbol mercenario, es el indicador más feroz de la tupida selva en la que se desarrolla. Sus contratos históricos tienen a los periodistas babeando de admiración, como Grégory Schneider testimoniando su indecente entusiasmo por el multimillonario Neymar de la siguiente manera:
Hace tres días que nos dicen que la cláusula de rescisión de 222 millones de euros que pagó el PSG para sacar al brasileño Neymar del FC Barcelona es desproporcionado (…) Desde una perspectiva marxista, el hecho de que se embolse el usufructo de su propia mano de obra (ésa es la que crea valor cuando se pone los pantalones cortos) es justo, aunque podemos considerar que un mundo donde la economía del ocio genera tales sumas en torno a un solo hombre anda de cabeza. (Schneider 2017)
Este lamentable lector de Marx no ha captado del todo el significado del fetichismo de la mercancía y la valorización del trabajo muerto y ya ni siquiera puede imaginar que los golden boys del fútbol son solo marionetas en el espectáculo del dinero en el que los valores de uso han sido reemplazados por representaciones intercambiables. Desde una perspectiva marxista, el mercato no es el lugar de reapropiación de la riqueza saqueada, sino el espacio de la degradación del être en avoir, con sus estrellas mercenarias que histerizan a los aficionados en busca de victorias y consagraciones, su reflujo y flujo de jugadores tratados como ganado, su ingeniería contable para hacer palidecer a los traders aguerridos, y sus cadenas neoesclavistas de importación-exportación de masas musculares maquinadas en los centros de formación de los principales países productores de talentos (Francia entre otros países).
No hace falta decir que el llamado fair-play financiero instituido por Michel Platini para regular parte de este turbio sistema, es solo una cortina de humo. El buen Platoche aclamado por toda la izquierda plural nunca fue un modelo de juego limpio y menos de sobriedad financiera. ¿Era fair-play, el 29 de mayo de 1985, jugar una final de Copa en un estadio de Heysel entregado a estas peleas a muerte entre aficionados ingleses e italianos que habían comenzado durante el encuentro inaugural de los U-12 (¡jugadores de 11 años!)? ¿Fue fair-play, dos horas después de que un balance macabro de las batallas y movimientos de pánico anunciara treinta y cuatro muertos y miles de heridos pisoteados, querer patear tranquilamente una pelota? Cuando el fútbol es asesino, jugar durante el horror no es más que complicidad moral. Además, el arcángel Platini había puesto en marcha, como jugador y por cuenta propia, un modelo económico futbolístico muy lucrativo: durante los años 80, gracias a Bernard Genestar, uno de los empresarios más famosos del momento, vendió Platini en casi todas partes. Un periodista de la época resumió su plan de negocios:
El número uno francés tiene una buena decena de contratos; el más importante es con Le Coq Sportif. La firma francesa viste al futbolista y fabrica zapatillas Platini (…) Este gallo no es él la gallina de los huevos de oro, pero deja entre renta fija y regalías 600.000 francos pesados en el bolsillo del estratega de Saint-Etienne. 600.000 francos es también lo que gana con un contrato con Olympia, el "calcetín que sube". Acaba de salir al mercado un futbolín fabricado por los establecimientos Charton por consejo del propio Platini (…). Se estima que este partido aportará 500.000 francos a la caja del futbolista. Hay pelotas de playa de Delacoste que también llevan el signo de Platini (…). También colabora con Oks Ediciones, especializada en artículos para escolares. También hay cómics, juegos de mesa. Por no hablar del famoso anuncio televisivo de Evian-Fruits: 250.000 francos. Así, filtrando al máximo los contratos, Michel Platini se embolsa con una sonrisa entre 2.000.000 y 2.500.000 de francos en publicidad. Lo que, sumado a sus ganancias en As Saint-Etienne, le hace acercarse a los 500 millones. (Beaulieu, Brohm y Caillat,1982: 46).
En tales condiciones, el sentido común del fair-play se distorsiona por completo. Y es que el fair-play financiero de la UEFA está demostrando ser un arma formidable de optimización contable para conseguir el principal y único objetivo de los clubes europeos: ser rentables llegando a las fases finales de la Champions League. De hecho, el
(…) mercado mundial de transferencias en el fútbol superó por primera vez en 2018 la marca de los 7.000 millones de dólares (6.100 millones de euros), y solo Europa acaparó el 78,2% de estos gastos, anunció la FIFA. En total, en 2018 se realizaron 16.533 transferencias registradas, que involucran a 14.186 jugadores de 175 nacionalidades diferentes, por un monto total de 7.030 millones de dólares, detalló la FIFA, que registra todas las transferencias a través de su base Transfer Matching System (TMS). El gasto de transferencias aumentó un 10,3 % en 2018 en comparación con 2017. Solo 31 clubes gastaron más de 50 millones de dólares, pero solo ellos representan más de la mitad del gasto total. En términos de saldo de ingresos/gastos por transferencias, Francia tiene el saldo más positivo con $467,2 millones en ingresos por transferencias, mientras que Inglaterra tiene el saldo negativo más pesado (-1.050 millones de dólares) Por primera vez en 2018, los clubes también tuvieron que proporcionar la base de datos TMS con las transferencias de jugadores femininas. Se registraron un total de 696 transferencias, entre clubes de 74 federaciones. Se trataba de 614 jugadores de 72 nacionalidades y alcanzaron un modesto total de 564.000 dólares (493.000 euros), lo que hace que la FIFA diga que "el mercado de jugadores profesionales está en pañales" (Le Figaro/AFP, 2019)
Desde el punto de vista de la mercancía deportiva, la mujer se convierte en hombre-objeto como los demás. Ante la indecencia de esta costosa feria que vende y compra sin escrúpulos seres humanos muy jóvenes, Jérôme Latta, el redactor jefe de Cahiers du football, ya no puede ni siquiera pretender creer en una regulación de ese mercado ultraliberal. Si plantea tímidamente la función alienante -que obviamente minimiza- de este obsceno espectáculo, también lo adorna con ropajes de luz:
[El mercato] es el momento en el que se permiten todas las esperanzas, en el que un novato te puede hacer soñar con el éxito futuro. En las expectativas de la afición, en su demanda de nuevos jugadores, en su manera de calibrar el rendimiento estival de su club, hay una parte de alienación [sic], porque detrás de las historias que cuentan los traspasos, detrás de las especulaciones, hay un gran mercado especulativo desigual, detrás de este espectáculo dentro del espectáculo, una competición dentro de la competición jugada de antemano. La inmensa mayoría de los clubes sólo pueden triunfar en este juego transformándose en criadores de jugadores al servicio de los clubes de la élite europea (…) El espectáculo del mercato es el del trueque de jugadores que la mayoría de los clubes se ven obligados a realizar para salir adelante (…) Todos se ven obligados a considerar a sus jugadores como activos financieros, cada vez mas jovenes. Aunque William Saliba, de 18 años y sin más partidos en la Ligue 1, cumplirá una temporada más cedido al AS Saint-Etienne, este último no pudo rechazar una transferencia al Arsenal por 30 millones de euros. Los Verdes apenas se habrán beneficiado deportivamente del jugador. La generalización de las bonificaciones (pagos diferidos o condicionados) y los incentivos a futuras transferencias completa este giro especulativo, mientras se deteriora la equidad de las competiciones y los poderes deportivos sólo se oponen a vagos deseos de regulación. Durante el show de las transferencias, el negocio del fútbol sigue. (Latta, 2019).
Bellos eufemismos para designar un tráfico de seres humanos tan sórdido como la explotación sexual, el tráfico de órganos o el trabajo forzoso, que es alentado cada semana por todos los grupos de la llamada hinchada ciudadana aclamando nuevos reclutas y exigiendo que mojen la camisa fetiche o desaparezcan. Son estos "jugadores de pleno derecho en el fútbol" cuyos supuestos "valores" son apasionadamente defendidos por la ex ministra de Deportes comunista Marie-George Buffet. El ideólogo del "Human first" incluso está haciendo campaña para que los dirigentes del fútbol francés "creen una atmósfera alrededor del club que haga que haya un deseo de ser 'socios' [sic]" y propone en el Parlamento, con el caminante Sacha Houilé (Republique en marche), para votar un texto que estipula que el "supporter de referencia" de cada grupo de descarados chovinistas "tiene un estatus y una remuneración que corresponden a sus responsabilidades que son cada vez más importantes". ¡Supporter, un trabajo con futuro para los comunistas desempleados!
La amarga lucha competitiva por conquistar los derechos de retransmisión de partidos y mantener pegados a la pantalla a los adictos al dribble, es la ilustración misma de la economía de casino plagada de corrupción que deriva directamente de la capitalización del fútbol (el capital se apodera del fútbol) y la futbolización del capital (el fútbol se apodera del capital). Un ejemplo entre muchos de esta guerra por hacerse con el balón de oro es el 'asunto Mediapro', llamado así por esta empresa española de capital chino que había prometido 814 millones de euros en regalías anuales a la Liga de Fútbol Profesional (LFP) -Canal + completaba la oferta con 330 millones anuales- por la retransmisión, en el canal Téléfoot, de la mayoría de los partidos de la Ligue 1 (que debe llamarse Ligue 1 Uber eats, el campeón de comidas a domicilio...). Pero en lugar de satisfacer el apetito insaciable de grandes cantidades de dinero en el negocio del fútbol en Francia, Médiapro orquestó cuidadosamente su deuda para no pagar casi nada a la LFP, que creía que había ganado el premio gordo al expulsar a los Qataríes de BeIn Sport. En unos meses, la situación económica se ha vuelto tan preocupante que varios dirigentes de clubes han llegado a pedir a Emmanuel Macron que interceda a favor de la LFP ante XiJinping en persona (Guede 2020).
El fútbol, es bien sabido, es totalmente apolítico. Muchos clubes de la Ligue 1 o la Ligue 2 (que debería llamarse Ligue 2 BKT, gigante indio del neumático) y Nationale, que contaban con el pago de los derechos televisivos por parte de la LFP para equilibrar sus millonarios presupuestos, también tuvieron que proceder a la venta exprés de jugadores o reducciones de sus sueldos. Uno de los dirigentes del AS Saint-Etienne lo admitió sin rodeos: "El crédito de los jugadores se convierte en nuestra variable de ajuste" (Guede, 2020b).
Una nueva prueba del humanismo instintivo de los jefes de la cultura del fútbol, la fuga de cerebros, o más bien de muslos, que amenaza con hundir al fútbol francés en lo más profundo de la clasificación europea, el dueño de Canal +, Vincent Bolloré, 17º Fortuna francesa y gran defensor del periodismo alineado con su plan empresarial, aparecía como el bendito salvador de la LFP y de todos los futbolistas atrapados por las fintas chino-españolas; desde que el armador bretón está al frente de Canal+, la censura ha reinado en las redacciones y los periodistas heterodoxos han sido despedidos uno tras otro (Schwartzenberg, 2018).
La naturaleza de las negociaciones entre las partes que tienen todo el interés en ver un "producto en buen estado de funcionamiento" en las pantallas es suficiente para enviar de vuelta a sus vestuarios a todos los alter-mondialistas del "fútbol limpio" que han soñado durante años con "otro mundo posible en el que el deporte rey seguiría siendo accesible para todos a un precio razonable, en el que los clubes modelaran un negocio más humano y más estable [sic] ".
Según Le Canard enchaîné,
(…) entre la Liga de Fútbol Profesional, los grupos de Canal + y el Estado, es más bien el zoco de Marrakech, el mercado de pescado del Puerto Viejo de Marsella. Fingimos mirar el producto con los ojos, giramos, husmeamos, objetamos, fanfarroneamos y jugamos al más vivo. En este papel, el campeón Vincent Bolloré y su grupo Canal+ nadan como tiburones en el agua. Hacen que el suspenso dure, esperando que la presa se agote. Se equivocarían en avergonzarse, están en una posición de fuerza, compradores naturales de los derechos del fútbol francés, mesías de toda una economía y, extra, potenciales salvadores del canal Telefoot de Mediapro. ¡Para un campeón de los despidos de periodistas aficionados al fútbol, debe ser el pie! (C.N., 2021).
Para evitarle la pantalla negra al fútbol francés, se cuestionó en particular que a cambio de los 590 millones pagados al LFP, Bolloré tendría derecho a una pequeña bonificación del Estado Macron: una rebaja del IVA del 10 al 5% en los abonos del Canal (Ídem). O cómo elfootball opio de los pueblos permite mezclar felizmente el servicio público y el buen negocio privado... Al final, el acuerdo se concluyó en completa opacidad y la LFP y el grupo Canal+ se felicitaron “por haber encontrado una solución global que permite exponer los partidos de la Ligue 1 Uber Eats y la Ligue 2 BKT a una gran audiencia para la temporada 2020-2021”. La LFP pudo recuperar una cantidad de 688 millones de euros para la Ligue 1 (370 millones de Canal+, 246 de Mediapro, 42 de Free y 30 de BeIn Sports) frente a los 1.153 millones de euros previstos inicialmente con Mediapro (Droits TV de la L1: 2021). Vaca flaca para los "pobres" clubes profesionales franceses, engañados, como la rana de la fábula, por la carne de vacuno española dopada con hormonas chinas, y obligados a suplicar un "plan de apoyo de emergencia" al Estado para salvarlos de la Bérézina, del desastre (Lequipe: 2021). El fútbol es claramente mucho más que fútbol: es un arma de guerra económica ferozmente disputada por todas las naciones en busca de la supremacía mundial.
Tal proceso imperialista del fútbol desafía radicalmente todas las tonterías grandilocuentes sobre la "agentividad ética" que reinaría en su seno. Según el inventor de esta vaga noción, Bernard Andrieu, se expresaría entre ciertos futbolistas como "una forma de rebelión contra la negligencia, la ineficacia del establishment para resolver problemas concretos y prácticos". El autoproclamado filósofo del cuerpo consigue, por ejemplo, detectar algunos signos de esta nueva forma de ética en los mercenarios del PSG a sueldo del emir qatarí Tamim ben Hamad Al Thani que, con las rodillas en el suelo y los puños en alto posó un rato frente a las cámaras para decir: Black Lives Matter/Las vidas de los negros son importantes. ¡Vaya cosa! Admitiendo que "el comercio necesita agentividad. Y la agentividad necesita comercio", Andrieu participa plenamente en este simulacro publicitario que permite sobre todo "cuestionar las opciones de marketing, ya que hay una especie de selección por parte del mercado, de las causas nobles" (Andrieu 2020).
¡Cuando la ética es soluble en el marketing, los portadores de la "agentividad" siguen el curso de la indignación en el mercado de valores! Esta inflexibilidad ética que acepta todo en la confusión, adquiere también la parafernalia del al mismo tiempo propio de los engañadores profesionales. En un foro de Le Monde, el expresidente del RC Lens se ilustró así en esta engañosa retórica al quejarse de que "se está desvaneciendo el placer de ver partidos de campeonato por televisión, por no hablar del de ir al estadio a apoyar su equipo local'. Por ello, Luc Dayan cree que es el momento de "definir para el fútbol francés un modelo moderno y coherente en todos los frentes, que responda tanto a su naturaleza de "deporte de espectáculo" como a su función de ejemplaridad social" (Dayan 2021). Al mismo tiempo la carpa y el conejo, la paloma blanca y el buitre rey, también podríamos pedirles a los economistas ultraliberales un modelo de capitalismo financiero cuya segunda vuelta creadora de mercado sería socialmente virtuosa.
El expansionismo depredador del imperio del fútbol
En tal contexto, todos los lamentos sobre la indecencia del fútbol moderno con sus burbujas especulativas en torno a los derechos televisivos, sus transferencias fabulosas, sueldos de vértigo, esguinces en el fair play financiero y su amaño distorsionador de la "ética que caracterizó al fútbol de los asentamientos mineros [sic]" (Fasquel, 2015) o su "misión de servicio público [sic] " (Bonnet-Oulaldj 2017) son cada vez más caricaturescos. Ignorando por completo la historia del fútbol, François Fasquel, del Parti de Gauche, explica que "el capitalismo ha corrompido este deporte, nacido de las capas populares, para transformarlo en un negocio que no tiene fe ni leyes" (Fasquel, 2015). Tal es precisamente la tesis simplista y falsa de la recuperación del buen fútbol popular por parte del capitalismo vampiro, muleta ideológica de todos los shootés del estadium de la izquierda plural, rebelde, insumisa, comunista o anarco-libertaria.
Para Nicolas Bonnet-Oulaldj, concejal de París, presidente del grupo communiste-Front de Gauche del Consejo de París, "un club deportivo no debe gestionarse como una empresa, sino como una organización con una misión de servicio público y respondiendo a criterios de la eficiencia social" (Bonnet-Oulaldj, 2017). Si Bonnet-Oulaldj conserva buenos reflejos marxistas y reconoce que “la quintaesencia de un sistema capitalista es considerar todo como una mercancía, un bien, un objeto de especulación”, se hunde en el idealismo plano de un fútbol que sería víctima inocente. Razón por la cual se propone con meritoria constancia reformarla según criterios de justicia social. Lo que equivale en cierto modo a proponer a las sectas islamistas que defiendan el laicismo.
Estos ideólogos de primera pasan por alto sistemáticamente el problema real: la existencia del fútbol no se debe a sus "orígenes populares" ampliamente fantaseados, sino a su condición de multinacional que necesita dinero, "la verdadera y única necesidad que suscita la economía política" (Marx, 1996: 186). Ya Marx había identificado bien sus efectos:
La cantidad se convierte cada vez más en la propiedad única y poderosa del dinero. Así como reduce todo a ser solo una abstracción, también se reduce a sí mismo, en su propio movimiento, a ser cuantitativo. Desproporción y el exceso se convierten en su verdadera medida" (Ídem).
A la luz de tal análisis, las palabras de Pier Paolo Pasolini, recogidas al unísono por toda una izquierda atónita por los goles y que vive con la esperanza de que el fútbol sea "un lenguaje por excelencia (…), con sus poetas y su prosa escritores", o "un sistema de signos", es decir un lenguaje, aunque no sea verbal" (Pasolini, 2012: 135), parecen simplemente ridículos. El fútbol, con el debido respeto a todas las personas semi-instruidas, hace tiempo que solo habla el lenguaje del dinero. Y si "el goleador de una liga es siempre el mejor poeta del año. [...] El fútbol que más goles expresa es el fútbol más poético" (Ibid., pp. 142-143), es esencialmente porque el dinero que riega la industria del fútbol globalizado ha transmutado un vulgar tiro al fondo de la red en la poesía de los tiempos modernos. La exageración televisiva de los bellâtres cortos de pensamiento y sus "balas de cañón" o "giros acrobáticos" ha eclipsado metódicamente a la poesía. Y es a través de este triunfo de la insignificancia organizado por comerciantes de armas, armadores, constructores, aeronáuticas, magnates del petróleo y demás campeones de las bolsas de valores internacionales, que el arte queda reducido al papel de subordinado de los golpeadores de bolas y sus gesticulaciones de cuerpo grotescos. "Divinidad visible", como dijo Marx, el dinero que anima todas las mercancías vivas o muertas del fútbol es en efecto "la transformación de todas las cualidades humanas y naturales en su opuesto, la confusión y perversión universal de las cosas" (Marx, 1996: 210).
Por lo tanto, comprender un partido de fútbol no es prerrogativa de economistas que dedican más tiempo a tratar de salvarlo de la "liberalización forzada [sic]" y consideran que para evitar
(…) el fútbol a dos velocidades con el mundo de los poderosos, donde reinaría el dinero y el capitalismo salvaje, donde se legalizaría el dopaje y el fútbol de campo, con clubes pequeños y vuelta a la semi- profesionalidad, sin medios, sin presupuesto, sin apuestas y sin sueños, aboga por una regulación controlada y democrática del fútbol, con herramientas como la tasa Coubertobin, un gravamen internacional sobre todas las transferencias. (Rondeau 2018)
En su caso es pertinente aquello de que la esperanza da vida a los que se engañan a sí mismos, porque de lo que se trata es de deconstruir meticulosamente su compleja organización capitalista desde una definición precisa. Comienza por no olvidar nunca que se deriva de una larguísima serie de operaciones comerciales, negociaciones políticas y "combinazzione" cripto-burocráticas destinadas a generar beneficios sustanciales controlando en lo posible todos los parámetros de la "incertidumbre gloriosa del resultado". Es también considerar que los estadios donde se desarrollan los partidos no son esos "lugares altos de la dramaturgia mitológica" y "de los relatos de enunciación necesarios para toda sociedad organizada" (Augustin 2016: 15), sino poderosos aparatos políticos de manipulación de las conciencias por la estandarización de las emociones. También son sumideros de dinero público que entregan espacio urbano a constructores, especuladoras inmobiliarias y tecnologías de vigilancia. Dentro de ellos o en su periferia, salvajes hordas de hooligans o ultras fascistas, skins, neonazis o pelirrojos imponen su ley. Los innumerables casos de violencia que se registran a lo largo del año en todos los países y en todos los niveles de competición, entre profesionales y aficionados, entre hombres y mujeres, sobre el terreno de juego y en las gradas y fuera de las gradas (incluso en los vestuarios) durante los partidos de fútbol ahora clasificados según los riesgos que correrán para las poblaciones, demuestran hasta qué punto la "pacificación" por el balón redondo es un cuento de hadas para idiotas. Cualquiera que, de un modo u otro, justifique, disculpe o minimice la violencia del fútbol, explicando que los aficionados constituyen el "duodécimo hombre" de un equipo y "parte integrante del espectáculo" y que sin aficionados y sobre todo sin "ultras" se convertiría en "insípido", se niegan a admitir que el fútbol lleva violencia en si mismo como la nube genera la tormenta. Todas las sutilezas de unos y otros dirigidas a diferenciar tipos de violencia minimizando su frecuencia y gravedad (excusas internas) o relativas al entorno social, la violencia urbana, las dificultades de la juventud ociosa, la manipulación de grupos extremistas (excusas externas), tienen como único fin disociar el fútbol "real" de sus "excesos" y por tanto absolver al fútbol, verdadera escuela de masas de violencia, de destrucción, de odio. Puede decirse que existen guerras cotidianas del futbol, (Quel Sport ?, 2014 y 2018).
Hacer del fútbol un "laboratorio filosófico perfecto para experimentos mentales" (Mumford, 2020: 17) como nos invita a hacerlo Stephen Mumford “uno de los más grandes metafísicos contemporáneos"10, no es lamentarse sobre "los intereses comerciales que corrompen el deporte" mientras se elogia el "encuentro iniciático con el fútbol" (Ibid., pp. 9 y 7) que ha estado exudando beneficios durante mucho tiempo ya. Este "filósofo del deporte apasionado por el fútbol" sirve a la FIFA como apología sin reservas por la alienación voluntaria de sus instituciones capitalistas mafiosas, sus mercancías vivas (Messi, Zidane, etc.), y su desmesurado gusto por el dinero, las trampas y las violencias; a sus reglas autoritarias y su inclinación no disimulada por las ideas reaccionarias e incluso fascistas. Contrariamente a este decomiso intelectual, debe quedar claro que las incesantes competencias y la primitiva acumulación de rendimientos y resultados saturan las pantallas y dan lugar a los más disparatados raciocinios, comentarios y aburridas charlas sobre ellas. Los ídolos deportivos fabricados industrialmente parasitan la imaginación del vulgum pecus y ponen bajo control psicológico a niños pequeños y mayores intoxicados por el fútbol. Stephen Mumford alaba este estado de sonambulismo al que llama "la cosa más inmediatamente emocional incluso visceral que existe, (…) la evasión que proporciona el fútbol que consiste en permitir que uno no piense nada en absoluto" (Mumford, 2020: 17). Contrariamente a esta actitud antifilosófica, se trata de mantener la mente bien despierta para darse cuenta de que el entretenimiento y el consumo estan dirigidos sistemáticamente hacia los productos del futbol. Que el espacio público está profusamente mistificado y despolitizado por las imágenes, símbolos y figuras del panteón futbolístico poblado por héroes, superhombres y dioses del estadio tan culturalmente insignificantes como Pelé, Maradona, Zidane, Messi u otro Ronaldo. Que, en un clima de unión sagrada de las formaciones políticas en torno a las selecciones nacionales y los campeones, todos los llamados programas y proyectos de interés general están obsesionados con la grandeza deportiva del país y, como ocurre cada vez más en Francia, con su vocación de organizar grandes eventos deportivos11.
"Tomar el fútbol en serio" como querrían hacer los sociólogos del equipo de Stéphane Beaud12, no es cortarlo en pedacitos para distinguir sus prácticas virtuosas de sus desafortunados excesos, simples reflejos de un mundo compuesto de luces y sombras; sino es asimilar que es una totalidad orgánica inseparable de la matriz económico-política que le otorga permanentemente el poder material de expansión: la competencia capitalista de la que es el sirviente caballero. El fútbol no sólo reina ahora por encima de todas las formas de prácticas corporales, sino que se infiltra, a través de la difusión ininterrumpida de sus espectáculos de masas, en sectores enteros de la ciencia, la cultura, el arte y el pensamiento al exaltar la ideología social-darwinista de la ley del más fuerte y de competencia para todos y en todas partes. Es a través de él que "la competencia ha penetrado en todas nuestras condiciones de existencia", que "ha llevado a su más alto grado la esclavitud recíproca en la que se encuentran los hombres" y que sigue siendo "la gran fuerza motriz que aún mantiene nuestro orden o más bien nuestro desorden social, viejo y débil, vivo” (Engels, 1994: 490-491).
El adoctrinamiento futbolístico se ha convertido en la actualidad en la opinión dominante casi sacralizada de la sociedad contemporánea, en un instrumento de embrutecimiento y cloroformización de las conciencias, en un factor de conformismo ideológico sin precedentes (Brohm, 2017 y 2019). En definitiva, el fútbol participa de lleno en la formación disciplinaria de los pueblos que han llegado a la etapa del capitalismo mafioso generalizado. No es, como muy bien remarca Adorno:
(…) un juego sino un ritual por el cual los sujetos celebran su sometimiento. Parodian la libertad mostrándose dispuestos a servir, una disponibilidad que el individuo arranca una vez más a su cuerpo. En la libertad con que dispone de su cuerpo, el individuo confirma lo que es al infligir a este esclavo la misma injusticia que ha soportado bajo la presión de la sociedad. La pasión del [fútbol] en la que los maestros de la cultura de masas sienten la verdadera base de su poder dictatorial sobre las masas se basa en este hecho. (Adorno 2009:95).
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1 Tradución de Francois Laroulandie.
2 Este artículo es parte de la lucha teórica y militante liderada por: Quel Corps? (1975 - 1997) y Quel Sport? (desde 2007) contra el reinado planetario del fútbol. Prolonga la reflexión de Quel Corps? iniciada en 1982.
3 Director de la revista Quel Sport ? Editions París, Francia. Correo electrónico: fabien.ollier@wanadoo.fr
4 De Coubertin deseaba ardientemente esta colaboración deportiva de las clases: "Que la juventud burguesa y la juventud proletaria beban de la misma fuente de alegría muscular, eso es lo esencial; que se reúnan allí, es actualmente sólo el de esta fuente fluirá, para ambos, el buen humor social, único estado de ánimo que puede permitir la esperanza de colaboraciones efectivas en el futuro” (De Coubertin, Pierre 1922: 145).
5 Juegos de Pekín 2008 y 2022; Juegos de Sotchi 2014; Juegos Olímpicos New Delhi probablemente en el 2032.
6 Mundial de Fútbol 2018 en Rusia; FIFA U-17 World Cup Copa del Mundo para los mejores equipos del mundo sub 17.
7 El "Caballero Ético" de la FIFA, Juan Pedro Damiani, "ha trabajado para al menos siete empresas offshore, todas vinculadas al ex vicepresidente de la FIFA Eugenio Figueredo, acusado de corrupción por las autoridades estadounidenses (Bonte, 2016).
8 “Según los elementos de la investigación, un vasto sistema de empresas ficticias, algunas de las cuales permanecen en el Reino Unido, Suiza, Belice y Uruguay, se habría puesto en marcha para cobrar derechos sobre la imagen del futbolista sin declararlos al fisco”. En Le Figaro, 24-05-2017.
9 Menciono aquí a los principales opositores a las tesis de la crítica deportiva: Yvon Adam, Georges Vigarelo, Christian Pocello, Christian Bromberger, Patrick Mignon, Pascal Boniface y sus legiones de epígonos
10 Así lo presenta Agone, esta edición "de izquierda" que pretende estar al servicio de la emancipación política tomando como musa a la activista antifascista Marina Ginesta. Las hordas de seguidores de "izquierda" utilizarán, por supuesto, esta oda hiperbólica al "juego bonito" para justificar su fascinación por los cruces de piernas cuando tengan lugar en los céspedes de los estadios climatizados en Qatar, petro monarquía islamista esclavista.
11 Ver el informe entregado por David Douillet al Présidente de la Républica, « L’attractivité de la France pour l’organisation des grands évènements sportifs » en la página de la Documentación française, Viepublic.fr.
12 La autosatisfacción de estos expertos Fabien Archambault, Stéphane Beaud y William Gasparini en la res footbalisticus difícilmente los sofoca: “una palabra para felicitarnos de que Publications de la Sorbonne, una gran editorial universitaria, haya aceptado publicar este libro colectivo sobre el fútbol. No era fácil, ya que hoy en día sigue siendo difícil que este objeto se tome en serio en el mundo intelectual francés” (2016: 32).